martes, 2 de diciembre de 2025

UNA FE DESPIERTA

La fe puede vivirse de manera despierta o dormida. Una fe despierta es aquella que se sigue cultivando, que se interesa por mezclar la fe a lo que vamos viviendo en la sociedad, una fe interesada por el misterio de Dios y por el misterio de la persona. La fe despierta se renueva cada domingo en la celebración eucarística vivida como una fiesta. Una fe dormida es una fe que se ancla en lo de siempre, que repite las plegarias como un papagayo, que se refugia en ideas viejas diciendo que son las auténticas. Una fe dormida es una fe alejada del hecho social. Estamos llamados a vivir una fe despierta. ¿Cómo hacerlo?
  • Vive despierto/a relacionándote bien: porque si la relación no es buena entramos en un período de sueño y de aturdimiento. La buena relación nos despierta al gozo vital y a una fe llena de sorpresas.
  • Vive despierto/a contribuyendo a la paz familiar: porque la paz familiar es el cimiento para vivir interesado por el amor. Si no somos capaces de vivir la familia de manera despierta y consciente de su fuerza vital, ¿cómo vamos a entender la familia de la fe como algo realmente interesante?
  • Vive despierto/a interesándote por la paz social: que los problemas sociales no te sean ajenos y que tengas sobre ellos una mirada benigna y compasiva. Esa es la fe del evangelio.
Este comienzo de Adviento es un buen momento para proponerse vivir una fe despierta, para alejarse de la rutina que lo hace todo gris e irrelevante. Que la Palabra nos saque de nuestro letargo y que el recuerdo de Jesús sea acicate para una fe vigorosa.