EN LA OTRA ORILLA
A veces decimos: hay que definirse. Más allá de las incoherencias que toda persona arrastra, uno quiere saber en qué terreno está su interlocutor. La indefinición, el estar en una parte y a la vez en su contraria, son cosas que difícilmente encajamos. Una de las preguntas más acuciantes del Evangelio es aquella que nos pide aclararnos en qué orilla estamos realmente.
El Adviento sería un tiempo bueno para animarse a pasar a la orilla de las pobrezas, para situarse en una visión más fraterna y más utópica de la comunidad humana y cristiana. Decimos que la nuestra no es época para idealismo, para novedad, para planteamientos distintos. Si nos quedamos en esta orilla del sistema que no se mueve quizá se nos haga imposible entender la encarnación, el misterio del amparo de Dios a la vida.
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