Hoy concluye el tiempo de Navidad y es curioso que la Navidad, la
fiesta de la Luz, la fiesta del nacimiento termine en el agua. Luz y
agua, los dos símbolos de la fiesta de la Pascua. Y es que todo en la
vida es circular, todo confluye, empieza y termina en el mismo sitio. Y
hoy, el cielo que tenemos en lo más profundo se abre para gritarnos
desde dentro que somos hijos, igual que Jesús lo sintió; porque para
entrar en el misterio de la relación con Dios todos somos iguales, el
camino que tenemos que recorrer hacia dentro es el mismo. Es momento de
que abandonemos las imágenes que quizá hasta ahora nos han acompañado y
que colocan a Dios fuera de nosotros haciéndonos creer en voces externas
y relaciones que parecen ser más importantes que la que cada uno
mantiene con Él.
Entrar en lo más profundo de la espesura, del río, es igual para
Jesús que para nosotros. Es el comienzo de un camino que nadie puede
recorrer por nosotros. No tardemos en comenzarlo.
CLARA LÓPEZ RUBIO
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