sábado, 2 de abril de 2016

PASCUA 2016. ¡QUÉ AMBIENTAZO!

Un joven cualquiera podría pensar que la Pascua es un rito religioso que poco tiene que ver con la vida de cada uno. Pero las 39 personas que estuvimos en Urbasa vivimos algo diferente.
   Lo primero de todo porque pudimos parar. Ese mantra que tanto nos repetimos que necesitamos pero que tan poco practicamos. Y todos salimos esponjados de poder serenarnos y reflexionar sobre el servicio, la entrega o el amor, pero sobre todo de ese desierto que nos conecta con nosotros mismos y con lo que estamos viviendo.
   Y después poder encontrarnos con nuestra persona al completo, no sólo aquella parte de mí que se puede mostrar más. Y descubrir que no tengo porque rechazar eso que no me gusta de mí. Todo lo contrario, puedo hacer que sea mi mejor compañero de viaje. Aceptarme por entero y saber que hay una luz de plenitud que puede llevarme a vivir “a tope” con todo lo que soy. Saber que mis claroscuros, mis tristezas, mi sufrimiento y el de tanta gente en el mundo, no es lo que define este universo en el que vivimos. Con todo esto nos dimos cuenta que todo tiene mucho “+ sentido” de lo que pueda parecer.
   Y a todo esto llegamos por diferentes medios. El jueves haciendo que el lavatorio nos centrase en una persona intensamente. El viernes conseguimos que nuestros sentidos sintieran algo de lo que vivió Jesús en su pasión y la oración en torno al madero de la cruz se llenó de significado. En el rito de la luz del sábado vivimos en nuestras propias carnes lo que es la noche, la lluvia persistente y la experiencia de que el fuego es más fuerte que la oscuridad. Vimos cómo el grupo de WhatsApp de Jesús renacía tras su resurrección. Participamos todos en el relato de la creación y nos contaron la historia de salvación de Dios con su pueblo. El gozo de las mujeres al encontrarse con el sepulcro vacío, se transmitió a todos y terminamos celebrándolo con bailes que hablaban de nuestra alegría. A las dos de la madrugada fuimos a buscar agua viva, agua cálida, agua profunda, agua que limpia y agua calmada, para renovar nuestras promesas bautismales desde la realidad de cada uno. Nos dimos las gracias de corazón unos a otros y también agradecimos al de arriba tantas oportunidades que nos ofrece.
   Y además tuvimos la oportunidad de encontrarnos con tantos amigos que hacen que la vida sea más luminosa y con los que somos capaces de mostrarnos tal y como somos. Queremos dar las gracias a todos los que hacen posible que año tras año la Pascua sea posible: a los animadores, a los chavales que vienen y que siguen confiando. A Fidel que sigue preparando con mucho gusto las experiencias de cada día. Y este año a Oscar, José Carmen, Sergio, Antonio y Armando que con su paciencia nos han acompañado en las eucaristías.
   ¡Muchas gracias a todos y FELIZ PASCUA!
Javi Morala 

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