lunes, 11 de julio de 2016

CREO EN LA MISERICORDIA

Creer en la misericordia es creer que la misericordia que anida en el subsuelo de lo humano y nunca desaparece, aunque la maldad aflore; que la misericordia que se hermana con la fragilidad y que es casa de amparo para quien llora en la noche; que Jesús impactaba por su misericordia. Para él nada hay más acá ni más allá de ella y desde ella se define a Dios y a la persona; creer en el Dios misericordioso que Jesús nos mostró con su vida, alejándome de otras imágenes de Dios y abriéndome al hermoso abrazo se su amor; es creer en la misericordia y no en el juicio, creo en el amor y no en el temor, creo en la felicidad y no en el pecado; que Dios es Madre de entrañas buenas, que se acuerda del bien de sus hijos y que disfruta con sus logros y éxitos; es creer en una comunidad sostenida por la misericordia, anclada en ella, buena de corazón y de vida simple; que la vida comunitaria puede ser vivida como un oasis de misericordia en el que se puede ser uno mismo ante el otro y donde las fragilidades se convierten en impulsos de vida; que la misericordia hace al seguidor de Jesús creíble en la vida.

Creo que la misericordia puede ser motor de humanidad y fuente del verdadero amor; es creer en el testimonio de la misericordia, testimonio de corazón entregado de pasión por la vida y por aquello que ni los ojos ven ni los oídos oyen; es creer en la misericordia como bálsamo de heridas, como sosiego de inquietudes, como alegría inarrebatable; es creer en la fuerza política de la misericordia, en su capacidad para regenerar la vida social, en su fuerza para sanear situaciones que se dan por desahuciadas.

Fidel Aizpurúa, capuchino

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