martes, 8 de noviembre de 2016

¡QUÉ GRANDE ES LA VIDA!


Mohammed, tomando un café, me mostró este dibujo suyo, un dibujo de un poeta. Es una pluma blanca, que está encarcelada, atada al suelo y encadenada a una bola casi imposible de mover. El dibujo habla de él, que escribe directamente desde el corazón, sin pasar por la cabeza, pero que no está transitando por un buen momento: sin trabajo, con su proyecto vital estancado y sufriendo por la falta de libertad y el exceso de injusticia de su país. Pero, a pesar de todo, la pluma mantiene su elegancia, erguida, blanca en medio de la oscuridad de la prisión. Está un poco dañada en la base pero conserva la dignidad: ese es Mohammed.

Entonces me vino a la cabeza esta imagen que él mismo me mandó por WhatsApp hace ya unos meses: era Jesús de Nazaret muerto, a los pies de la cruz, derrotado... y me decía en el mensaje: "ahí está la gloria de Dios": mirar esta imagen repitiendo esa frase es sobrecogedor. Y me lo decía él, ¡que es musulmán! ¡Increíble, impresionante!


Y se lo recordé, y le dije que en su dibujo y por tanto en su vida, pasaba lo mismo: que había sufrimiento, dolor y también había algo de la gloria de Dios, había mucho de dignidad, algo de divino, algo sagrado. Mohammed asentía en silencio y entonces nos acordamos de ese relato paradójico del Evangelio: "Bienaventurados los pobres porque de ellos es el Reino de los cielos; bienaventurados los que lloran porque serán consolados; bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados...". Como que el sufrimiento no fuera la palabra definitiva... Que más allá de cómo me vaya en mis asuntos, la vida tiene otro impulso que te va llenando... Que Dios me regala otra dimensión donde estoy acompañado, sanado, salvado. Es el mismo Dios que está en el "corazón de mi corazón" como decía Mohammed. "¡¡Qué grande es Dios!!" decíamos los dos. "¡Qué grande es la vida y cuántos de sus pliegues nos quedan por saborear!" Y en esta conversación me emocionaba, por poder hablar así de Dios con alguien, por poder compartir mis búsquedas con un musulmán sufí; un diálogo que no sería capaz de tener con otros muchos cristianos...

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