Siguiendo en la misma línea de reflexión, tenemos la cita de un gran jurista italiano, Francesco Carnelutti:
“Ante mis ojos pasaron asesinos, violadores, parricidas, ladrones, y toda esa humanidad desconcertante, reducida con frecuencia a la condición animal. Y vi que el Dios de los cristianos se identificaba con ellos, sin excepciones ni exclusiones. No se identificaba sólo con la aristocracia de los presos políticos, o con los condenados injustamente, sino con el delincuente común. Entonces comprendí que ninguna fantasía religiosa podía haber inventado un Dios así. Sólo el propio creador de esa humanidad oscura y desesperada podía haberse identificado con ella”
Mirar cómo Dios habita en las criaturas y percibirlo en ellas no está en función del comportamiento de las mismas, esto es lo “normal” y “natural”, sino percibir a Dios en las criaturas sólo lo podemos hacer cuando nos dejarnos transformar el corazón y la mirada por el Compasivo.
Sólo cuando tenemos la profunda persuasión de la radical dignidad del otro porque es de Dios, sólo cuando percibimos la naturaleza como obra de sus manos nuestra mirada se limpia y todo lo empezamos a ver con “ojos nuevos”.
Carta de Asís, julio 2018
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