jueves, 22 de noviembre de 2018

VIVIR EL CARISMA FRANCISCANO

VIVIR EL CARISMA FRANCISCANO ES… vivir la simplicidad en una realidad donde la complicación y el conflicto son factores que nunca faltan en nuestras relaciones humanas. Pudiendo ser todo tan simple y llano, es común que por nuestras manías y ansiedades, lo compliquemos todo de más.

San Francisco decía qué: «¡Salve, reina sabiduría, el Señor te salve con tu hermana la santa pura simplicidad!» (SalVir 1). Francisco veía que la simplicidad como hermana de la sabiduría. Francisco desconfiaba de esa avidez intelectual de los libros y prefería ver «a sus hermanos apasionados por la pura y santa simplicidad, por la oración y por la Dama Pobreza». Y es verdad, de cierta forma la sed del conocimiento es una forma de centrarse en uno mismo, en hacer que todo se pueda medir y sopesar. Y la vida de la fe, que debe impacta toda nuestra vida, no se puede sintetizar en formulas y axiomas.

Este camino de simplicidad sería defendido por San Francisco en toda su vida. Las biografías cuentan durante un concurrido capítulo, algunos hermanos «sabios y prudentes» intentaron moderar y adaptar las intuiciones del Pobrecillo, y éste exclamó: «Hermanos míos, hermanos míos, Dios me llamó a caminar por la vía de la simplicidad. No quiero que me mencionéis regla alguna, ni la de san Agustín, ni la de san Bernardo, ni la de san Benito. El Señor me dijo que quería hacer de mí un nuevo loco en el mundo, y el Señor no quiso llevarnos por otra sabiduría que ésta» (LP 18).

Vivir el carisma de Francisco es, entre otras cosas más, rechazar reducir la locura del santo Evangelio a nuestro propio gusto, sino acogerlo y vivirlo con fe, «pura y simplemente y sin glosa» (Test 38-39). El Evangelio no es un cúmulo de ideas sino algo que se vive, porque nuestros actos los que nos definen más que nuestros pensamientos, aunque sean muy devotos (cf. 2 Cel 194-195; Adm 7).

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