Hay otras personas que nos hemos ido topando por la vida. Las hay que se mantienen en nuestro ámbito de relaciones, otras han desaparecido después de un tiempo de intensa relación quizá. En todas estas relaciones hemos participado en el nacimiento y desarrollo de la relación. Han sido y son un regalo porque con y en dichas relaciones hemos ido desplegándonos como personas. Habrá habido meteduras de pata y desencuentros, sin duda. Pero así hemos podido ir aprendiendo quiénes somos y nos han resultado estímulos para crecer como personas. Tenemos grandes motivos para gradecer.
En otros casos, ha habido personas que nos han pedido ayuda o colaboración y nos han introducido en territorios humanos que no eran los nuestros. Pero nos han abierto a dimensiones y situaciones humanas que nos han ensanchado el corazón, nos han hecho salir de nosotros mismos y de nuestros mundos controlados. Así, aunque, quizá nos han incomodado, turbado e incluso enfadado, han resultado ser un acicate para una mayor humanidad en nosotros. Estos han sido una bendición en nuestra vida y es motivo de gozo y agradecimiento.
Y también está Dios, que nos ha ido poniendo en nuestras vidas personas que nos han hablado de Él, con palabras o sin ellas, pero que han supuesto una fisura en nuestro mundo personal cerrado para abrirnos al misterio de su presencia en este mundo. Gracias infinitas por ellas.
Carta de Asís, febrero 2019
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