sábado, 12 de diciembre de 2020

LA VIDA ES UN ADVIENTO

Ante la vida de San Francisco, uno descubre que la vida es un Adviento. Y los signos que lo determinan son: la búsqueda, la preparación y la esperanza. Es verdad que en todo hombre hay un trasfondo de esperanza. Por eso es muy importante, dedicar un tiempo a descubrir ese mundo de deseos que hay dentro de nosotros, pues solamente lo que de verdad queremos y deseamos es lo que anhelamos con ilusión y alegría.

San Francisco lo entiende bien. Él al principio no busca la vida que lleva, ni piensa en la santidad, ni en privaciones, ni en hacer oración... ni en nada de lo que después lo llevó a ser el santo que es. Pero Dios salió a su encuentro donde menos lo esperaba, la grandeza de San Francisco y lo que nosotros tenemos que copiar de él es que Francisco está abierto a la novedad, a la sorpresa, a caminar por otro camino distinto al elegido, a acoger en su corazón el amor que Dios le tiene. Francisco sabe velar porque espera, espera a Alguien grande y poderoso que se adueña de su alma.

Al llegar su Señor y pronunciar el Sí incondicional para seguirle, Francisco es otro hombre. Francisco descubre ese mundo que nunca soñó y abre los ojos del alma para ver con mirada nueva todo lo que el Señor le va mostrando. Su mayor grandeza es vivir, ya siempre junto a Cristo.

Julia Merodio

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