Es que, por muchas razones, el desaliento atenaza nuestras vidas, el desánimo hiela nuestros adentros y convierte la vida en un secarral. Y decimos que todo está mal, que no tenemos remedio, que somos un país cainita, que nunca llegaremos a entendernos. Sálvese, pues, quien pueda. ¿Cómo sembrar ánimo y no hacer parte del coro de quienes solamente saben lamentarse?
- Hay muchas cosas que están bien: constantemente leemos en el periódico el agradecimiento de las personas a los servicios públicos, a la sanidad, a la docencia. Hay muchas gentes en este país que siembran el bien a manos llenas. Creámoslo, mirémoslo.
- Podemos entendernos: no es fácil. Pero somos humanos y todos tenemos un corazón que late. Si somos pacientes, si damos el brazo a torcer, si nos ponemos en el lugar del otro encontraremos cauces de convivencia. Creámoslo, pensémoslo, hablémoslo.
- Seguimos teniendo un alma: hoy no se habla mucho del alma, pero sigue estando ahí. Por eso mismo, seguimos siendo valiosos, seguimos teniendo dignidad, aunque como tierras de Gaza y en otros muchos lugares haya quien atropella las almas y arruina los cuerpos.
La inefable y admirada por muchos Gloria Fuertes decía: “A mí solo me erotiza la gente buena”. Eso significa que estás de parte de la gente buena, que crees en el bien, que no te das por derrotado ante la avalancha del mal.
Fidel Aizpurúa, capuchino
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