En este recorrido de las relaciones fraternas habrá que atender a los diversos ingredientes que se van poniendo por parte de cada hermano, hermana. Los habrá enriquecedores como la generosidad, la confianza, la gratuidad, el cariño… También habrá componentes que entorpecen o torpedean la relación como la sola queja, la apropiación, la ingratitud… Por ello, es necesario un discernimiento de cómo van las relaciones y de sus componentes.
En ese discernimiento de las relaciones, también está el discernimiento del momento de las personas implicadas. De modo que en ellas también se perciba la evolución hacia una mayor madurez personal. Así, se verá si se va aprendiendo a pasar por ejemplo del solo cuidado de la autoimagen a una mayor libertad interior, del autodominio como mero autocontrol a la autoentrega, de la vanidad a la generosidad más allá de la propia imagen, del miedo a la confianza en los demás…
Yendo más allá, también nos tocará en la fraternidad, en la pareja, en la familia, ir discerniendo lo que Dios está queriendo de nosotros. Porque Dios también está implicado en ello y somos instrumentos de su presencia en el mundo.
Carta de Asís, junio 2024
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