domingo, 29 de noviembre de 2015

PONEOS EN PIE Y ALZAD LA CABEZA

¡Poneos en pie, alzad la cabeza! Es la aclamación como si de una batalla se tratara para esta primera semana de Adviento. Porque cuando algo se comienza se hace desde lo más auténtico y con el ánimo de saber que todo va a salir bien. Y ¿qué es en esta ocasión lo que nos mantiene así? Una certeza, la realidad de que es nuestro adviento, la posibilidad una y otra vez de la venida a nosotros mismos cada vez que nos desconectamos, porque caer en la cuenta de que vivimos descentrados es ya tomar el camino de vuelta a casa y por tanto encontrarnos con Él. Todos los deseos, sueños y anhelos que surgen en estas semanas no son otros que un grito interno de lo más genuino que habita en nosotros. Un grito que dice “ven”, vuelve a casa, pero no a alguien que habita fuera sino a nosotros mismos que vivimos más fuera que dentro. Revivir y celebrar la venida de Jesús es algo más interno que un mero recuerdo de lo que sucedió hace 2000 años. Para mí es caer en la cuenta de que lo que sucedió en Él sucede en mí, que el Verbo de Dios que se encarnó lo hace también en mí porque la Historia de Salvación que tuvo en Jesús la tiene también en mí porque el Encuentro se produce. Sí, alzad la cabeza, porque en cuanto se produce el encuentro en lo más profundo se alcanza la máxima dignidad del hombre, porque éste no está creado para otra cosa que para vivir en una continua experiencia de Dios.
   El Adviento ha llegado y con él incluso sentimientos de tristeza, miedo o soledad que nada tienen que ver con el Misterio de la Encarnación.
   Ya estés en un momento de religiosidad o de hondura espiritual; ya reconozcas a Cristo como tu Señor o no sepas ni dónde te encuentras el Adviento viene para todos para alzar la cabeza en señal de un reencuentro eterno y constante en el reconocimiento del tiempo presente como el único que existe y como aquel en dónde únicamente Dios habita. 

CLARA LÓPEZ RUBIO 


viernes, 27 de noviembre de 2015

AMARSE A UNO MISMO OBRA MILAGROS

Todos tenemos inseguridades y debemos vivir con ellas aunque sea difícil. Nos cuesta aceptarnos tal como somos; queremos ser perfectos, nada parece suficiente para alcanzar una alegría duradera. Este experimento social nos enseña una lección muy valiosa. Lo que debemos valorar siempre está dentro de nosotros. Estas cinco personas se pusieron frente a un espejo y enumeraron los que consideraban defectos personales. Después de eso dijeron qué era lo que les gustaba de sí mismos.
   Los realizadores les dieron un nuevo look, los transformaron para sacarlos de esa creencia errada que tenían. Las cosas cambiaron y cuando se miraron al espejo nuevamente, se dieron cuenta de que no sólo su aspecto había cambiado:



Visto en upsocl.com

miércoles, 25 de noviembre de 2015

HACIA DÓNDE

En la vida no siempre tenemos claro hacia dónde nos dirigimos. Nacemos en una familia concreta, recibimos de ella el cariño, la educación y unas pautas para ir saliendo adelante en la vida, las mejores que nuestros padres y maestros nos pueden dar mientras nos van acompañando.
   Aunque parece claro a dónde van a ir nuestros pasos, también existen momentos y situaciones en las que cada uno tiene que plantearse hacia dónde va. Tiempos en los que hay que tomar decisiones que pueden configurar toda la vida: ser religioso, casarse o no,… trabajar en tal o cual cosa, vivir en un sitio u otro…
   También llega un momento en que parece que todo está bien organizado y todo va “sobre ruedas” pero, por dentro, sabemos que necesitamos preguntarnos hacia dónde va la vida, hacia dónde vamos orientando el camino. Hemos podido llegar a estar tan acomodados que vamos perdiendo el horizonte de nuestra vida.
   Quizá ha llegado el momento de replantearse algunos modos de vivir para cambiar, para dar un sentido nuevo a nuestra vida porque el planteamiento anterior se ha quedado obsoleto y ya no sirve, ya no llena de ilusión, ni de esperanza.
   Mirando el pasado, aceptándolo y asumiéndolo, ha llegado el momento de mirar hacia el futuro, de pensar qué quiero de mí mismo y de mi vida.
   Si miramos a Dios, por el camino de Jesús, podremos ir descubriendo hacia dónde debemos dirigir nuestros pasos para dar el sentido necesario a todo lo que ha ido ocurriendo a lo largo de una existencia vivida con sus momentos de llanura, de ascensos a montañas con grandes dificultades y enormes descensos en los que, más de una vez, nos habremos llevado golpes por desilusiones, decepciones, contrariedades, pero el camino continua hasta que llegue el final de la vida, allá.
Carta de Asís, noviembre 2015


domingo, 22 de noviembre de 2015

A TRAVÉS DE LA MIRADA

Otro año que se nos escapa. Ha llegado otra vez la que podríamos llamar la nochevieja litúrgica y con ella el acento a Cristo como Rey del hombre, al menos de todos los que así lo consideramos, porque una vez más intento separarme de las etiquetas que le ponemos a Dios y que me diferenciarían en todo caso de aquellos que no consideran a Jesús necesario y existente en su vida.
   Aún así se hace difícil hoy en día tener claro qué puede significar el “ser rey” cuando es una imagen tan mermada: los intereses personales, las supuestas negociaciones de unos con otros en multitud de ocasiones para su propio beneficio… han hecho que ya no haya confianza en dicha figura. ¿Cómo entonces tener a Jesús por Rey?
   Me ayuda centrarme en el pasaje del evangelio y en la postura de Pilato. Hombre acostumbrado a vivir en lo externo que esperaba con su acción en Israel el beneplácito de Roma, no le viene nada viene tener ninguna contienda ni perder la confianza de sus superiores. El Hombre que tiene delante, Jesús, está claro que no le aporta ningún beneficio ni le merece la pena tener con Él nada más allá de ese rato en el que tiene que decidir qué hacer con Él y por eso quiere acabar pronto. Una vez más situarse en lo externo y en el juicio no hace posible la sabiduría ni el encuentro. Y es que creo que Pilato tenía miedo de los ojos de Jesús y a través de ellos de encontrarse con él y sentirse perdido porque en Jesús se reconocería a sí mismo. ¿Os habéis dado cuenta del gran peligro que supone el mirar a los ojos de los demás? La mayoría de las ocasiones hay peligro de como se dice actualmente “quedarse pillado”, por eso vamos casi continuamente mirando hacia abajo o al móvil y las miradas no se cruzan. Hay gente de hecho que se pasa continuamente la vida esquivando las miradas para no ser reconocidos. Urge un cambio en la forma de relacionarnos considerando que en cada momento del día hay ocasiones en las que si se logra conectar con la mirada del otro éste se convierte para ese momento en el rey de esa circunstancia y por ende, cada uno de nosotros damos pie en lo más profundo a un Encuentro. Ahí es donde coronamos a cada hombre como rey y en todos ellos a Jesús.
   Ya tenemos tarea para los próximos días: fomentar el encuentro real aunque sea en un solo segundo a través de la mirada que hace casi que se pare el tiempo y fruto de ella clavar nuestra mirada en nosotros mismos, esos a los que algunos tan poco conocen porque prefieren seguir perdidos en los externo y en lo que no conduce a un encuentro personal consigo mismo negándose a sentirse reyes de sus propia existencia, esa en la que Dios habita.
CLARA LÓPEZ RUBIO 


miércoles, 18 de noviembre de 2015

SENTIDO COMÚN O DICHA PROFUNDA

Hace un par de semanas en el grupo de Jufra de Zaragoza, una joven preguntaba cómo ser cristiano y no ser un “panolis”, un ingenuo, ¡un tonto vaya! Después de leer el evangelio de uno de aquellos domingos (el de las Bienaventuranzas, Mt 5, 1-12) les escribía un whatsapp al grupo para decirles que esa lectura tenía mucho que ver con la pregunta que aparecía en la última reunión.
   Pero la Palabra me volvió a sorprender al viernes siguiente, con una parábola (Lc 16, 1-8) que parecía que estaba hecha para contestar esa misma pregunta. Jesús alaba al administrador injusto y lo pone como modelo, ¡a uno que estaba robando! Pero lo pone como modelo no por su actuación, que es moralmente mala, sino por su inteligencia. Es decir, nos dice a los cristianos, a los “hijos de la luz”, que debemos ser sagaces, no unos “tontos”, que tenemos que estrujarnos la cabeza para acertar en los negocios de Dios.
   Gracias a Jesús de Nazaret y también gracias a una atracción interior, todos hemos tenido algún impulso a vivir de forma sencilla, teniendo pocas cosas; todos hemos tenido un impulso a llorar con los que lo están pasando mal; a no huir del sufrimiento sino vivir la vida tal como viene; a seguir ansiando un mundo más justo superando la desesperanza; a mirar a los demás desde la misericordia; todos hemos tenido un impulso interior a mirar sin etiquetar; a trabajar por la paz y la reconciliación; a no dejar de hacer o decir lo que creemos justo, a pesar de que nos persigan.
   Pero tenemos muchas dudas ante esos impulsos de vida. Nos asaltan temores internos porque creemos que teniendo menos vamos a perder; creemos que llorando somos menos felices; el sufrimiento lo identificamos con el fracaso; la inquietud de buscar un mundo más justo nos inquieta y cansa, y estamos tentados de claudicar; creemos que somos tontos si perdonamos; nos es mucho más fácil etiquetar que adentrarnos en la complejidad de cada persona; nos parece inútil trabajar por una paz imposible; y creemos que no merece la pena ser tratados mal si luchamos por la justicia.
   Hay una postura que quiere ser racional y equilibrada que es la del “sentido común”, que intenta traducir el Evangelio a la realidad pero que se seguiría escandalizando de la cruz de Jesús y que en muchas ocasiones lo que hace es descafeinar la Vida plena que Dios nos propone.
   La lógica que Jesús nos muestra en el Evangelio y las Bienaventuranzas no es nuestra lógica. Jesús nos enseña que aunque parezcamos unos desgraciados cuando estamos llorando o sufriendo, puede haber una dicha encerrada en el lamento que no es masoquismo, sino que tiene que ver con la amistad, la empatía, la serenidad profundas, o con estar engarzados a la realidad tal cual es, sin enajenaciones ni huidas; Jesús nos enseña que los que ahora viven saciados son los más pobres y los que se sienten insatisfechos son los que más abiertos a la vida están; que los que son capaces de mirar con el corazón son los que más entrenados están para mirar como Dios mira y para entender cómo Dios actúa; que los que buscan la justicia y los valores de Jesús más allá de la recompensa que puedan tener, entienden la gratuidad del Reino. Jesús nos pide que busquemos la alegría profunda que encierran todas estas situaciones de contradicción porque ésa es la dicha verdadera, esa es la “verdadera alegría” de la que hablaba San Francisco de Asís.
Javi Morala, capuchino