Es necesario tener ilusiones, proyectos que nos muevan a vivir con alegría, esperanza y optimismo y que nos saque de nuestra anodina y monótona vida, “Sueña para poder vivir”.
Me he estado fijando en estos días en el cielo azul, los nuevos brotes de los árboles y plantas que anuncian la llegada de la fuerza de la primavera, en el clima más cálido que nos hace ir despojándonos de las prendas de abrigo que a veces son como corsés que nos oprimen y no nos dejan movernos con cierta agilidad, todo ello hace a uno ir cargándose con mucho entusiasmo que nos ayuda a enfrentarnos al trabajo, cansancio y preocupaciones con fuerza y esperanza.
Esto me ha ido llevando a preguntarme en estos días, también, por el misterio de la presencia de Dios que nos da el cielo azul, el sol, la lluvia, las flores, árboles, frutos, hiervas…
Este misterio de la presencia de Dios es un misterio profundo, insondable y, a veces, ininteligible: “No he llegado a comprender por qué a Dios que está, según dicen, en todas partes, no se le ve en ninguna”(François Garagnon, Jade y los misterios de la vida, ed. Paulinas, 3º ed. Madrid 2000, pg. 11). La primavera nos puede hacer revivir con más entusiasmo, y esta palabra significa: “exaltación producida por inspiración divina. Es el Dios interior”. Y este Dios, casi de repente, nos hace sentir una felicidad interior, una plenitud de sentido que uno tiene la impresión de como si hubieras comido un trozo de cielo.
Es decir, en un momento determinado de nuestra historia y de nuestra vida uno puede sentirse así, sea primavera o no, llega un momento en que uno se siente ebrio de alegría, de sentido, y aparentemente no hay un por qué y es como si uno oyera: “que sepas que para mí eres importante, que estoy contigo, que te amo”. Entonces te das cuenta que Dios está ahí y que quiere entablar con una relación contigo. Para Dios eres una criatura única e irrepetible, especial. Y esta experiencia te hace cambiar y te hace sentir plenamente feliz. Esta experiencia “está al alcance de todo el mundo, con una condición: amar y sentirse amado. De verdad y para siempre” (ibídem pág. 12).
Como Dios sigue siendo un misterio, a mí me gusta imaginarlo como Alguien que te dice: “te amo, con todo el amor del mundo”, como Alguien que pone en tus noches los sueños que te hacen vivir con fuerza, alegría y esperanza, como Alguien que hace retoñar en la rama aparentemente seca del invierno el verde precursor de la hoja, de la flor y del fruto. (Benjamín Serrano)
Me he estado fijando en estos días en el cielo azul, los nuevos brotes de los árboles y plantas que anuncian la llegada de la fuerza de la primavera, en el clima más cálido que nos hace ir despojándonos de las prendas de abrigo que a veces son como corsés que nos oprimen y no nos dejan movernos con cierta agilidad, todo ello hace a uno ir cargándose con mucho entusiasmo que nos ayuda a enfrentarnos al trabajo, cansancio y preocupaciones con fuerza y esperanza.
Esto me ha ido llevando a preguntarme en estos días, también, por el misterio de la presencia de Dios que nos da el cielo azul, el sol, la lluvia, las flores, árboles, frutos, hiervas…
Este misterio de la presencia de Dios es un misterio profundo, insondable y, a veces, ininteligible: “No he llegado a comprender por qué a Dios que está, según dicen, en todas partes, no se le ve en ninguna”(François Garagnon, Jade y los misterios de la vida, ed. Paulinas, 3º ed. Madrid 2000, pg. 11). La primavera nos puede hacer revivir con más entusiasmo, y esta palabra significa: “exaltación producida por inspiración divina. Es el Dios interior”. Y este Dios, casi de repente, nos hace sentir una felicidad interior, una plenitud de sentido que uno tiene la impresión de como si hubieras comido un trozo de cielo.
Es decir, en un momento determinado de nuestra historia y de nuestra vida uno puede sentirse así, sea primavera o no, llega un momento en que uno se siente ebrio de alegría, de sentido, y aparentemente no hay un por qué y es como si uno oyera: “que sepas que para mí eres importante, que estoy contigo, que te amo”. Entonces te das cuenta que Dios está ahí y que quiere entablar con una relación contigo. Para Dios eres una criatura única e irrepetible, especial. Y esta experiencia te hace cambiar y te hace sentir plenamente feliz. Esta experiencia “está al alcance de todo el mundo, con una condición: amar y sentirse amado. De verdad y para siempre” (ibídem pág. 12).
Como Dios sigue siendo un misterio, a mí me gusta imaginarlo como Alguien que te dice: “te amo, con todo el amor del mundo”, como Alguien que pone en tus noches los sueños que te hacen vivir con fuerza, alegría y esperanza, como Alguien que hace retoñar en la rama aparentemente seca del invierno el verde precursor de la hoja, de la flor y del fruto. (Benjamín Serrano)
"Presencia", una palabra llena de sentidos y connotaciones. "Presencia de Dios" tres palabras que lo llenan todo, aunque no nos demos cuenta. Presencia...
ResponderEliminar