La persona, en su lado débil, se define por sus miedos. Estos se enraízan en la propia estructura y, activados por mecanismos sociales, terminan por ser determinantes en el discurrir del camino humano. Erradicar los miedos personales, hacerse fuerte y crítico ante los temores sociales, es una batalla de gran envergadura y un éxito notable en la medida en que se consigue este objetivo.
Los caminos de humanidad llevan a la verdad, como ocurrió en el caso de Jesús. En esa verdad y en la entrega hemos de encontrar la fuerza para arrostrar las dificultades de la vida. Cuaresma es tiempo de valor, de arrojo con sentido, de espantar miedos. Una Cuaresma para el valor; ése podría ser un buen camino para la Pascua. (Fidel Aizpurúa)
Los caminos de humanidad llevan a la verdad, como ocurrió en el caso de Jesús. En esa verdad y en la entrega hemos de encontrar la fuerza para arrostrar las dificultades de la vida. Cuaresma es tiempo de valor, de arrojo con sentido, de espantar miedos. Una Cuaresma para el valor; ése podría ser un buen camino para la Pascua. (Fidel Aizpurúa)
“Dios es también el amigo por excelencia. Para que pudiera haber entre él y nosotros, a través de la distancia infinita, algo parecido a una igualdad, ha querido poner en sus criaturas algo de absoluto, la libertad absoluta de consentir o no a la orientación que nos imprime hacia él. Ha extendido también nuestras posibilidades de error y de mentira hasta dejarnos la facultad de dominar falsamente en nuestra imaginación no sólo el universo y los hombres, sino también al propio Dios, en tanto no sabemos hacer un justo uso de ese nombre. Nos ha dado esa facultad de ilusión infinita para que tengamos la posibilidad de renunciar a ella por amor. En todo esto no tiene cabida el temor”. (S. Weil, A la espera de Dios, p.91).
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