domingo, 29 de diciembre de 2013

LA TERCERA OPCIÓN

   La figura de José ha sido siempre algo enigmática. Poco es lo que nos ofrece la Escritura sobre él y mucho el misterio que lo envuelve. Pero justamente eso hace que sea enormemente atrayente. Creo además que todos llevamos un José dentro y que muy pocos le “damos vuelos”. Porque José es el hombre de la “tercera opción”, lo llamaría yo. Cuando hay cantidad de ocasiones en la vida que se nos plantean en principio con sólo dos opciones de resolución, el bueno de José vería una tercera y esa es justamente la que nos llevaría a la vida desde el Espíritu. Me explico: planteándonos el tema tal y como nos lo presenta el NT, como siempre otra cosa será como sucedió en realidad o si sucedió algo de aquello, estaréis conmigo que la vuelta que en un momento tuvo que dar José a su vida fue total. Cuando el hombre está más tranquilo y más en situación de ir echando raíces en su vida, toca que “la nube se mueva” y José tiene que desinstalarse por dentro con respecto a su relación con María y tomar una opción. Y las dos que se le presentarían como directas y lógicas serían: como judío cumplidor de la Ley, era su obligación acusarla. Como hombre respetuoso y amante, quizá podría dejar su relación con María y marchar a otro sitio sin herirla más de la cuenta. Pero a José se le pide algo más, “la tercera opción”: no la abandones ni la acuses, introduce en tu vida, hasta tus entrañas esto que no has pensado para ti y continúa tu vida con ello. ¿Cómo? Una opción completamente de locos y que rompía con lo más sagrado a los ojos de la Ley de Dios y de los hombres.
    El hombre está llamado continuamente a reciclarse y a dudar de todo para ir abriendo nuevos caminos ahí donde no los hay. La opción de José ya está tomada. Ahora le queda seguir atento para ver cómo recorrer ese camino. Y eso pasa por una nueva desinstalación: coge a María y al Niño y llévatelos a Egipto. Donde el hombre fue esclavo lleva tú la Luz. Coge en tu vida todo lo que tienes, dirígete hacia lo más profundo de ti, allí donde hay oscuridad, miedo, incertidumbre y lleva la Luz de Dios que habita en ti. Cuando este camino lo hayas hecho podrás volver a la vida, a lo cotidiano, a Nazaret, pero no tardes, debes hacerlo ahora. Herodes busca a tu niño para darle muerte. ¿Quién es tu Herodes? Sí te encuentra, si logra hacerse contigo matará en ti lo que más le interese y ya no volverás a mostrarte como ese ser de Luz que fuiste creado. Si no tomas ahora toda tu vida y te desarraigas no cumplirás el sueño que Dios tiene para ti y que te hará profundamente feliz.
    A veces esta toma de decisiones se nos presentará en forma de sueño, porque durante la noche surgen en nosotros los deseos y anhelos más profundos, pero en la mayoría de las cosas es la atención a lo que vivimos lo que nos va a delatar qué es lo que tenemos que hacer. Porque una vez más la clave no está fuera sino dentro de nosotros. Por eso José no necesita preguntar a nadie qué hacer con María al principio ni con la recién estrenada familia después. Todo se le transmite en sueños, en lo más profundo de él. Y no se lo pierde porque está atento y sabe por tanto interpretar lo que Dios le dice.
    Ojalá descubramos esa parte de nuestra vida que se llama José y que clama una y otra vez que sólo por un proceso de desinstalación continua conseguiremos despistar a los Herodes que son externos a nosotros y que tienen como misión hacernos vivir fuera de nuestros límites generando un continuo ruido. Atentos también en esta Navidad, tiempo propicio para dejarse llevar o estar en nosotros.

CLARA LÓPEZ RUBIO

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