Desde hace algún tiempo, en mí se ha ido forjando la sensación de que siendo Dios aquel Ser que vive en mis entrañas, existe para toda la humanidad y por esta razón no somos nosotros ni más ni menos importantes que otros habitantes en la tierra. También tengo claro que hemos concretado la experiencia que de Dios tiene el hombre en la figura de Jesús de Nazaret, en este tiempo y en esta cultura, lo cual no ha sido así en otras partes del planeta o en otros tiempos. Desde este punto, también se hace necesario extrapolar la experiencia de la Navidad a otras perspectivas más ricas. La experiencia que tiene José es la de un hombre que descubre en sí mismo una parte de su historia que tiene que cambiar. Quizá, instalado ya en su presente relación con María, la experiencia de Dios le desinstala de sus proyectos y tiene que buscar algo más profundo. Como tantas veces hemos dicho que tenía que hacer el pueblo de Israel. Si María le parece que no ha sido capaz a la primera de cambio de mantenerse fiel a su relación, algo tiene que hacer. Sí algo tiene que hacer, pero no con respecto a ella, sino a sí mismo. Porque la solución a las cuestiones no se realiza fuera de nosotros, sino en lo más profundo de nosotros mismos. Cuando ya no hay juicio ni expectativas, el ser humano se presenta natural y espontáneo. Y éste es el ángel que se le aparece. Dentro de nosotros existe ya un espacio de silencio y de luz que se hace necesario encontrar. Cuando es así, sabemos qué camino tomar.
Hay muchas ocasiones en la vida donde nuestra expectativa más profunda ya no se cumple y se hace entonces necesario cambiar el rumbo y buscar nuevas realidades. La Navidad es ideal para esa actitud. Cuando en estos días todo nos habla de familia, felicidad, encuentros, sentimientos… algo se quiebra porque no tenemos todos los elementos a nuestra mano para vivir una Navidad perfecta. Dios viene a salvarnos de esto. Al no haber ya separación entre Él y yo, la experiencia nace en las entrañas y no busca calmarse ni anclarse en ningún sentimiento en particular: “Dios es y basta”.
Esa es la experiencia de José. Porque “Dios es…”, se introduce de lleno en el Misterio cambiando así completamente su vida. ¿Por qué no? ¿Que nos lo impide? A lo único que hay que temer es a no gustar día a día la experiencia de Dios que mora en las entrañas. Lo demás… se nos dará por añadidura…
Una nueva Navidad nos está esperando tras la puerta.
CLARA LÓPEZ RUBIO
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