¿Y si a la tierra y la casa a la que nos referimos es nuestro propio ser? ¿ No nos sucede a veces que confían más los demás en nosotros que nosotros mismos?
Y preparados como estamos para hacer cada día el milagro de vivir conscientes e integrados, sin dualidades, vivimos como si eso no existiera, como si no tuviésemos control sobre nosotros mismos y fuésemos víctima de la vida y de los demás.
Jesús nos lo pone claro, ya que Él fue poco a poco aprendiendo a vivir en el aquí y el ahora y continuamente conectado con su ser más profundo, con lo que cada día y en cada momento obraba el milagro de una vida consciente y por ende los milagros necesarios a su alrededor.
Acostumbrados a vivir en en mitad del ruido, poco a poco hemos ido abandonando nuestra parcela de silencio donde es más fácil encontrar lo que realmente somos. Se hace necesario recuperarla para ser profetas para nosotros mismos y para los demás y como fruto, la sabiduría, un don que nos permite ir reconociendo los movimientos del Espíritu, las emociones que se mueven dentro de nosotros… Pero para eso tenemos que hacer quizá el,viaje más largo de nuestra vida y volver a ser dueños de nuestra propia vida y no muñecos en manos del destino, actuando como si nada dependiera de Dios, pero con la confianza en Dios como si nada dependiera de nosotros.
CLARA LÓPEZ RUBIO
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