- Creo en la misericordia que anida en el subsuelo de lo humano y nunca desaparece, aunque la maldad aflore
- Creo en la misericordia que se hermana con la fragilidad y que es casa de amparo para quien llora en la noche
- Creo en Jesús que impactaba por su misericordia. Para él nada hay más acá ni más allá de ella y desde ella se define a Dios y a la persona.
- Creo en el Dios misericordioso que Jesús nos mostró con su vida, alejándome de otras imágenes de Dios y abriéndome al hermoso abrazo se su amor.
- Creo en la misericordia y no en el juicio, creo en el amor y no en el temor, creo en la felicidad y no en el pecado.
- Creo que Dios es Madre de entrañas buenas, que se acuerda del bien de sus hijos y que disfruta con sus logros y éxitos.
- Creo en una comunidad sostenida por la misericordia, anclada en ella, buena de corazón y de vida simple.
- Creo que la misericordia hace al seguidor de Jesús creíble en la vida. Creo que la misericordia puede ser motor de humanidad y fuente del verdadero amor.
- Creo que la vida comunitaria puede ser vivida como un oasis de misericordia en el que se puede ser uno mismo ante el otro y donde las fragilidades se convierten en impulsos de vida.
- Creo en el testimonio de la misericordia, testimonio de corazón entregado de pasión por la vida y por aquello que ni los ojos ven ni los oídos oyen.
- Creo en la misericordia como bálsamo de heridas, como sosiego de inquietudes, como alegría inarrebatable.
- Creo en la fuerza política de la misericordia, en su capacidad para regenerar la vida social, en su fuerza para sanear situaciones que se dan por desahuciadas.
- Creo que, creyendo en la misericordia, podré llevar una vida más misericordiosa.
Fidel Aizpurúa, capuchino
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