late al ritmo de la Tierra
y sufre dolorido
al ver cómo sangran
tantos seres y tantas almas.
Desde lo bajo de las playas
a lo alto de las sierras
los lamentos silenciosos
recorren el planeta. Silenciosos para los mass media
y la sociedad materializada
alejada de un Dios
que sufre, ama y habla,
pero sólo
en el lenguaje de las patatas.
Hoy más que nunca
mi corazón quiere ser patata,
de esas que cuidan y aman,
llena de carne y de alma,
aunque su piel por fuera
parezca sucia, fea y arrugada.
César Yubero
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