El texto de la Verdadera Alegría es un texto biográfico. Es un texto que surge después de la segunda crisis de san Francisco, tras el capítulo de la Esteras, y es un texto magistral de nuestro maestro espiritual, pues nos enseña a vivir. Se resume en que en el éxito, en el reconocimiento, en el aplauso no está la felicidad, esa felicidad profunda y existencial.
En este texto, Francisco parte de un supuesto caminar de ambos hermanos, donde el lugar inicial, intencionadamente, es Perusa. Allí fue donde estuvo prisionero Francisco, y ambos están dirigiéndose hasta santa María de los Ángeles, que era el lugar más amado por Francisco, el lugar del latido del corazón franciscano. Están pues en un camino de salvación. No obstante van de noche (connotaciones de oscuridad, falta de claridad), con frío (falta de abrigo y calor), cansados y ateridos, como podemos estar cualquiera en una situación de desánimo o depresión. Están en camino, tal y como Francisco percibe que tiene que ser el modelo del Evangelio: un seguimiento a Cristo sin lugar fijo ni morada, en continua itinerancia, sin seguridades excepto en Dios.
Al llegar a un convento de hermanos, llaman a la puerta, pero no les conocen. Y tiene lugar una triple negación (como Pedro a Cristo en la Pasión). Es una triple negación de la identidad de Francisco: no es querido o no se siente querido (la primera); no se siente necesario ni útil (la segunda); no es reconocido ni acogido como hermano ni ser humano (la tercera). Y este seguramente fue el sentir de San Francisco al pedírsele la redacción de una regla, y una vez redactada, ser rechazada por sus hermanos. Un sentimiento de incompresión. Como la sensación que debió tener Jesucristo (y que seguro que aún tiene con muchos cristianos) en el momento de la Pasión, de que sus discípulos no habían entendido de verdad su mensaje.
Y en esa clave está el mensaje final del texto: si en esas circunstancias tan adversas no desistes de tu proyecto, y sigues creyendo en la fidelidad al Evangelio, es ahí donde está la Verdadera Alegría. Seguir creyendo sin dudas en ese proyecto de relaciones iguales, horizontales entre las personas, en las que no hay apropiación física, material ni afectiva entre las personas. Relaciones humanas en las que no hay jerarquías ni nadie quiere ponerse por encima de nadie. En todo caso, por debajo para servir a los demás.
Ahí está el texto: fecundo, profundo. Leedlo, hermanos, meditadlo, y reflexionemos comparando con nuestra propia vida, y aceptemos el camino de humildad que nos propone Francisco, pues nos llevará a Dios.
Cesar Yubero, ofs
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