jueves, 17 de mayo de 2018

ELOGIO DE LA IMPERFECCIÓN

Esa vieja cordura los desprecia.
Tontos, enfermos, locos, raros, poquita cosa:
piezas inacabadas.
Pero a Él le sirven todos,
piedras de su Edificio. Algunas veces
los usa como piedras angulares
–véase el Evangelio– y otras veces con ellos
le hace a la Historia vados, aceras, jardincitos,
poyetes en que toman el sol los jubilados.
Nada se desperdicia. Ninguno queda fuera.

Quién sabe si por ellos, solamente por ellos,
siguen Aldebarán y el Cisne y la Vía Láctea
girando en el silencio de las noches. Quién sabe
si a ésos que tienen pájaros
en la cabeza, a aquéllos que están como una cabra,
a los que oyen campanas y nunca saben dónde,
a los que les han dado calabazas…
Él no los ha elegido como sus proveedores
de materiales para hacer sus primaveras.
Miguel D’Ors

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