La fraternidad necesita vivir en gratuidad. Es esa actitud de no querer medir, de no llevar cuentas; es aceptar que somos diferentes y que siempre no podemos aportar en la misma medida. Gratuidad es aprender a respetar que todos tenemos diversos modos de sumar, de entregarse, de darse. La gratuidad también sabe de tiempos, de los diversos ritmos, caracteres, habilidades y límites de los integrantes de la comunidad. No siempre se puede dar en la misma cantidad y de la misma manera. Gratuidad no es que no espere respuesta, sino que no exijo respuesta como condición para amar.
Dios sabe absolutamente de gratuidad. Solo hace falta darse cuenta de lo que nos da sin esperar recibir de nosotros en la misma proporción. No podríamos corresponderle en absoluto, pero nos sigue amando gratuitamente. Y esa desproporción es absoluta. Ojalá que alguna vez se nos dé la gracia de caer en la cuenta de este misterio de Dios. Nos cambiará la vida. Esta luz nos ayuda a vivir en la fraternidad con gratuidad.
Carta de Asís, octubre 2023
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