La artista realiza ciento catorce fotografías relacionadas con la totalidad de los versos que configuran el Cántico. La técnica utilizada es un aspecto que la autora no acepta a revelar en detalle. En su quehacer artístico existe algo de la experimentación alquimista propia del medievo. Al igual que el también franciscano Roger Bacon, que en el siglo XIII dedicó parte de sus trabajos a la reflexión y la refracción de la luz, en sus estudios dedicados a la óptica, en las fotografías de Sor Isaura hay una experimentación a propósito de las leyes y los fenómenos de la luz.
Su técnica no tiene ninguna relación con los programas de retoque de imágenes, aunque por el resultado de las obras podría creerse lo contrario. Sin entrar en detalles, de manera genérica, puede afirmarse, por los efectos obtenidos, la presencia de reflejos como consecuencia de la utilización de cristales en toda su obra.
El uso de los reflejos en la pintura a través de la inclusión de espejos o cristales ha sido recurrente y ha supuesto la posibilidad de pintar en el cuadro aquello que no podía ser contemplado en la bidimensionalidad de la pintura. También los reflejos en la historia de la fotografía cuentan con una exhaustiva lista de nombres que han basado algunas de sus creaciones en este efecto, como Edwar Steichen, Walker Evans, Louis Faurer, Henri Cartier-Bresson, Shomei Tomatsu, Lee Friedlander, Takuma Nakahira... que también se han valido del efecto de los reflejos en sus obras. En el caso de las fotografías que nos ocupan es absurdo apelar a una tradición que no posee relación alguna ni con la autora de las mismas, ya que su formación es autodidacta, ni, tampoco, con los libros ni los manuales de fotografía que le son ajenos.
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