jueves, 26 de diciembre de 2024

LES DIO CAPACIDAD PARA SER HIJOS DE DIOS

En el prólogo del evangelio de san Juan leemos “les dio capacidad para ser hijos de Dios”. Dios ha capacitado a los humanos, e incluso a las criaturas, para llegar a ser hijos de Dios. El evangelio de Juan nos dice: antes de leer el evangelio del Hijo, sábete que tú también puede llegar a ser hijo si sigues los pasos de Jesús. El evangelio te ayuda a ser hijo.

Ser hijo es llegar al máximo nivel de dicha posible en esta vida, llegar a ver que esta vida nuestra tan limitada merece la pena, que en este camino humano hay posibilidades de alegría y que todo esto es lenguaje de una dicha plena que esperamos.

Habrá quien piense que ser hijo de Dios es algo más sublime que el logro de la dicha en una vida limitada. Pero pensémoslo: el programa de Jesús es un programa de dicha (“Bienaventurados…”) y él está más interesado por nuestra dicha que por nuestros pecados.

En Navidad decimos que Dios se encarna en Jesús. ¿Qué es la encarnación sino la dignificación de nuestro ser humano? ¿No es la encarnación algo mezclado a nuestro ser carne, nuestro ser persona con sus limitaciones y sueños? ¿No sería nuestra vida social, tan crispada, tan polarizada como decimos ahora, algo más amable y colaborativo? La estridencia de nuestros disgustos tiene su raíz en el propio corazón.

Puede parecer esto un tanto complicado, un pequeño galimatías. Pero no lo es tanto. En el jolgorio de la Navidad quizá nos vendría bien sentarnos un rato en silencio en la Iglesia o en el sosiego de tu casa y pensar: Dios quiere nuestra dicha. Y desde ahí brotaría una buena oración para la Navidad: Gracias, Señor, por querer nuestra dicha; me comprometo a vivir con gozo y a ser alegría para otros. Por ese camino tan sencillo podríamos vivir una Navidad distinta y nueva.

Fidel Aizpurúa, capuchino

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