Francisco de Asís es un cantor de la vida y de la fraternidad. No es una música vacía que puede pasar de moda, sino el canto gozoso del que ha encontrado la alegría, una alegría perfecta, como él mismo diría. El canto de Francisco es un canto sin envidia, sin maldad, sin afán de humillar, sin veneno. Su canto parecía de otro mundo, no porque fuera un canto extraterrestre, sino porque remitía a ese otro mundo donde el amor es el centro y la fraternidad la mejor señal de vida.
En muchas ocasiones el cantar se transforma en una necesidad que nace de lo profundo del corazón. Y, en el fondo, no hacemos más que sumarnos a la sinfonía que suena en la creación entera. El mismo Dios que asumió toda nuestra realidad al hacerse tal y como somos, nos invita a ser parte del crear y recrear constantemente este mundo a través del canto a la vida. Ojalá esta Navidad nos despierte el deseo de descubrir nuestro propio canto. ¡Feliz Navidad!
La comisión
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