Segrelles, de profundo espíritu místico, introvertido pero inquieto, adapta las formas a sus personalísimas imágenes, siempre con el propósito de crear en ellas mundos y ambientaciones totalmente imaginarias. Admiraba especialmente a tres personajes, Beethoven, San Francisco de Asís y Edgar Allan Poe quienes según el propio Segrelles, “también creaban a base de fantasía”.
En la imagen que presentamos, El Cántico del hermano Sol, el color sustituye a la música, recoge su emoción y eleva una alabanza hacia lo alto. José Segrelles cerraba con esta imagen sus Florecillas de san Francisco presentadas, junto con otros trabajos, el 17 de noviembre de 1923 en los salones de Bellas Artes El Siglo de Barcelona. Segrelles, católico practicante durante su vida, puso en estas preciosas ilustraciones toda la admiración que le inspiraba la figura de san Francisco, de quien cuentan que imitó la humildad y la sencillez.
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