Cuando una persona se entrega por completo a los demás, sin esperar nada a cambio, es cuando se revela su verdadero valor. Es en esos momentos de generosidad desinteresada y en la capacidad de empatizar con el dolor ajeno donde se forja un corazón noble y una grandeza que trasciende el tiempo y las apariencias.
La grandeza también se refleja en la capacidad de perdonar, de mantener la calma en medio de la tormenta y de seguir adelante a pesar de las dificultades. Es en la perseverancia y en la fuerza para levantarse después de cada caída donde se demuestra la verdadera fortaleza de carácter.
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