Pero todos lo sabemos: la misericordia es costosa. A veces decimos ante los agravios: lo que busco es justicia, no caridad. Creemos que la justicia excluye a la misericordia. Pero el gran éxito de las relaciones humanas es ser justos y misericordiosos a la vez. Por eso podemos decir que la misericordia, entiéndase como se entienda, hace parte del cimiento de lo humano. Lo dicho: sin misericordia no hay humanidad.
Hemos de hacer un esfuerzo por mantenernos en línea de misericordia. Todos sabemos que Jesús de Nazaret nos exhorta a amar no solo a aquellos con los que nos entendemos bien; nos llama a ser misericordiosos con todos como nuestro Dios es misericordioso, a perdonar a los demás como Dios nos perdona a nosotros. Jesús se desvivió por acoger a quienes su sociedad consideraba parias. No podemos llamarnos cristianos si vamos en otra dirección.
Fidel Aizpurúa, capuchino
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