O sea: Jesús y su modo pobre de entender el reino truncarán tus anhelos de grandeza, de dominio, de imposición y los transformará en cuidado, solidaridad, acompañamiento, amor, inclusión. Es el cambio de vida que demanda la fe.
Una fe de calidad no puede ser una fe indolora. El evangelio quiere reorientar nuestra vida y eso no se hace sin que nuestros anhelos más egoístas queden intactos. La fe, todos lo sabemos, tiene sus exigencias. Hay que estar dispuesto a pagar ese precio para ser seguidores reales de Jesús. Si ser cristiano no nos cuesta es que, tal vez, nuestra fe es de poca calidad.
Fidel Aizpurúa, capuchino
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