sábado, 26 de abril de 2025

BIENAVENTURADOS LOS QUE CREAN SIN HABER VISTO

El evangelio de este domingo añade explícitamente una bienaventuranza a las ya conocidas: bienaventurados los que crean sin haber visto. Es, sin duda, algo que apunta a los seguidores y seguidoras de Jesús del futuro, a nosotros.

Hay quienes quieren tener todo claro en cuestiones de fe. No es bueno, el fanatismo les ronda. Y hay quienes apelan siempre a la oscuridad de la fe, todo lo solucionan diciendo que es un misterio. Tampoco es bueno.

La fe, es cierto, incluye unas dosis fuertes de misterio porque si no, no sería fe de calidad. Pero ha de conllevar también un cierto nivel de racionalidad. Y ahí es donde normalmente fallamos. A pesar de que la secularidad ha derribado muchos de nuestros “ídolos”, la fe sigue siendo todavía muy crédula: creemos en milagros sacados de la manga, confiamos en el valor de la oración para remediar lo irremediable, hacemos misterio de lo que es pura ignorancia. Una dosis de racionalidad le viene a la fe muy bien y no elimina su lado espiritual.

Con frecuencia todavía nos encontramos con que, en las mesas del fondo de la iglesia, alguien va dejando estampas con oraciones milagrosas, propaganda de devociones ancladas en la credulidad, peticiones de milagros para canonizaciones de santos, etc. Son propuestas religiosas en las que escasea la racionalidad. Pensamos que no es bueno para la fe hacerles caso. Difundamos la Palabra, la buena reflexión y no la magia religiosa.

Espirituales y sensatos, así habríamos de ser los cristianos. Y como es en lo segundo en lo que hemos fallado habitualmente, en ello habríamos de hacer hincapié. El Papa Francisco suele decir que “la verdadera entrega a Dios se manifiesta en la humildad y la alegría de ayudar sin esperar recompensas”. Eso es bien cierto. Pero a esa humildad y alegría les va muy bien una dosis de racionalidad y de sensatez para que no sea una entrega a Dios desenfocada.

Fidel Aizpurúa, capuchino

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