domingo, 6 de diciembre de 2015

GEOGRAFÍA DEL ADVIENTO

«Una voz grita: En el desierto, preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios

Pocos evangelios tan claros como éste a pesar de ser en un lenguaje metafórico. Y ya que el hombre del XXI se distingue por conocer gran cantidad de términos pertenecientes a campos semánticos tan diversos creo que será interesante meternos en éste.
  • Desierto: dícese de aquel momento de la vida que suele transcurrir en la monotonía y que nada de extraordinario sucede. Si no se obtiene de él su esencia suele definirse como tiempo de hastío… Por cierto, en mi opinión, totalmente equivocado.
  • Valle: depresión del terreno o del estado de ánimo. Tiempo que se sitúa entre emociones y situaciones extraordinarias.
  • Montes y colinas: elevaciones más o menos notorias del terreno y del estado de ánimo que suceden por un reconocimiento de la alegría que se vive en una determinada situación.
Y con este definición casera y emocional podemos tener claro el mensaje de lo que Juan el Bautista quiere decirnos:
   Una voz que sale de lo más profundo grita en nuestra vida, en el día a día, en la vida cotidiana donde todo sucede sin grandes emociones: urge un cambio en el camino de nuestra relación con el Dios que nos habita: dejar de poner juicio a aquello que ponemos como negativo y nos hunde considerando que en todos los acontecimientos de la vida está Dios y considerar que lo que más hoy nos altera y podemos calificar de negativo es la clave para resituarnos y vivir desde el Espíritu. Este movimiento llevará consigo no perdernos y tener como expectativa en todo momento los montes y colinas, es decir, los acontecimientos que consideramos como deseables y que nos enmascaran lo que sería vivir la sabiduría de la presencia y la serenidad. Dejar de juzgar igualmente aquello que consideramos “torcido” o equivocado en nuestra vida, porque en cada momento decidimos con los ingredientes que tenemos e igualmente Dios está en todo. Y de este modo… “Todos y el primero tú mismo verán la Salvación que Dios hace en ti”.
   Qué más para esta segunda semana de Adviento. Vivir la serenidad del presente sin meternos en la tormenta que supone la preparación de las fiestas que tenemos delante y que por ello aún ni existen y respirar el desierto de nuestra vida con lo valioso de su monotonía donde es posible la gran experiencia de Dios.
 CLARA LÓPEZ RUBIO

 

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