A nivel diario no se habla mucho de armonía. Suena a cosa oriental, a yoga, a gente algo especial, a algo fuera de lo cotidiano. Pero, en realidad, la armonía es la capacidad para entablar una buena relación con los demás, con el entorno y, para los creyentes, hasta con Dios. Si se va logrando (porque es un proceso) esa buena relación, esa armonía, los beneficios son múltiples.
El mismo Evangelio, libro de relaciones, puede entenderse como un libro que pretende llevarnos por un camino de armonía, de relación jugosa, de fraternidad en definitiva. Por eso mismo podemos decir que contiene semillas de armonía que son muy útiles a quien anhele ese valor que da un sabor distinto a la vida.
Y, según como se mire, la encarnación es un misterio de armonía, la búsqueda de ese sueño divino de que el camino de los humanos y el de Dios puedan llegar a coincidir, que los anhelos del corazón nuestro y los del corazón de Dios puedan ser los mismos. Un gran sueño de armonía.
Por eso, siempre con la intención de dar más sentido a la fe que vivimos, podríamos entender y vivir este año el Adviento como un Adviento para la armonía, para generar más armonía dentro, más disfrute, más equilibrio, más gozo, más humanidad, más fe. Desde ahí, el tiempo del Adviento puede ser una estupenda preparación para la Navidad del Señor.
Fidel Aizpurúa
Descargate AQUI el folleto con el texto completo del Retiro
No hay comentarios:
Publicar un comentario