jueves, 21 de diciembre de 2023

CON UN POCO DE HUMOR

“Hay que tomarse la vida en serio” es una frase bastante oída. Y ciertamente así ha de ser. Sólo se vive una vez y, por tanto, hay que querer jugar bien la partida. No podemos perder el tiempo de nuestra existencia en vaciedades y en superficialidades. Pero también es verdad que, para poder vivir con seriedad la única vida que se nos ha dado, tenemos que aprender a relativizar muchas cosas que, de primeras, nos parecen muy importantes y que en el devenir de la vida vemos que no lo son tanto. Cuando nos vemos entrampados por tantas necedades podemos desesperar o podemos tomarlo con deportividad y, sobre todo, con un sabio humor que nos ayude a encajar esas cosas que nos harían sonrojarnos: sueños megalómanos, ansias de perfección, envidias, vanidades, nuestras pequeñas mentiras para con nosotros mismos, nuestras necesidades inconfesadas… Es ese punto de humor que nos hace reírnos de nosotros mismos.

No es el humor de los escépticos, de las personas que no esperan ya nada de nadie ni ese humor ácido que corroe toda esperanza. Este tipo de humor no ayuda a la vida humana, sino que la destruye, aniquila todo cambio porque no hay futuro deseable, ni pasado donde apoyarse. Por ello, el presente pierde todo apoyo. No; no es este el humor saludable.

El punto de humor necesario que nos ayuda a vivir saludablemente es ese que nos pone ante nuestra realidad desde una mirada donde vemos nuestras limitaciones, pero con cariño, acogiendo nuestras impotencias, incluso nuestras mediocridades. Es ese punto de humor necesario que denota humildad para reconocer nuestros límites y pecados. Y, sin embargo, en vez de llevarnos a la desesperación nos lleva a la reconciliación con nosotros mismos y con el mundo.

A ello nos ayuda la mirada de Dios, que, sabiendo de nosotros como nadie, no reniega de nosotros, sino que nos reconcilia con Él y con nosotros mismos desde su amor.

Carta de Asís, diciembre 2023

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