domingo, 24 de diciembre de 2023

LA LUZ BRILLA EN LA TINIEBLA

Cualquiera de las frases del prólogo del evangelio de Juan podría servirnos para alimentar nuestra espiritualidad en el día de Navidad. Tomamos esa que dice: “La luz brilla en la tiniebla”. Quiere decir que, por Jesús, sabemos que la luz vencerá a las tinieblas; que el fondo oscuro que nos habita y que sale fuera con tanta frecuencia se cambiará en luz; que las maneras negativas que tenemos de enfocar la vida irán transformándose en modos luminosos y humanos de entendernos.

¿Cómo contribuir a ese cambio, como podemos hoy ser luz?
  • Intenta valorar lo bueno de los demás: todo el mundo tiene algo bueno. Intentemos valorarlo, pongamos el acento ahí, cambiemos la mirada.
  • Agradece lo que está bien hecho: no se trata de adular, sino de agradecer lo que los demás hacen bien, que suele ser bastante.
  • Bendice y no maldigas: la bendición genera humanidad. El Papa dice que hay que bendecir incluso a quienes quieren vivir en pareja homosexual. ¡Qué menos! Son personas y en su amor está Dios.
Cualquiera lo entiende: de qué nos serviría recordar cada año la Navidad, si no es para hacer más luminosa nuestra vida, más humana, más fraterna. Iluminar las calles es fácil y puede que esté bien; iluminar un portal está bien; mandarnos bonitas felicitaciones por wasap tiene su sentido. Pero todos entendemos que ser luz en la vida cotidiana tiene que ser algo de más fundamento. Tiene que ver con nuestra aportación a la vida: ¿Qué mundo vamos a dejar a los que nos siguen? ¿Más luminoso o más en tinieblas? La luz de Belén que muchos aprecian se refiere a nuestra vida, no tanto a la llama de una vela.

Recordamos un breve cuento de Eduardo Galeano: "Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo. A la vuelta contó. Dijo que había contemplado desde arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos. -El mundo es eso -reveló- un montón de gente, un mar de fueguitos. Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tanta pasión que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se enciende".

Somos fuego que ilumina; seamos fuego que ilumina y calienta. Hoy hacemos nuestro aquel hermoso canto de Taizé: “En nuestra oscuridad, enciende la llama de tu amor. Señor”. Que tengamos este año una Navidad luminosa.

Fidel Aizpurúa, capuchino

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