Bien pues hoy os lo vengo a contar. Como primer año que iba a la pascua he vivido una experiencia en cuatro días que no podría explicar con palabras en un mes; entré con incertidumbre y desconcierto al inicio por ser todo nuevo, el lugar, los compañeros… pero sin darme cuenta al segundo día ya me sentía en casa. Este suceso, los holandeses lo describen con la palabra gezelligheid que explica esa sensación de calidez e intimidad que se consigue cuando estás a gusto con tus amigos o pareja y que tras esta puerta roja se consigue de forma general sintiéndonos en fraternidad todos los que estamos dentro.
Alguien que no lo haya vivido podría pensar que estoy exagerando, pero es que no ve que durante esos cuatro días compartes tus sentimientos con tus compañeros, tratas temas muy variados, nos acompañamos unos a otros en la muerte de Jesús, el silencio y la reflexión, el vacío que sentimos sin Él y la inmensa alegría cuando Él resucita. Así celebramos la vida y nuestra razón de vivir que es seguirle, aprender de él y agradecer día tras día que diera su vida por nosotros. A pesar de las veces que nos equivoquemos, él estará ahí siempre para acogernos de vuelta y querernos.
Así que sí, a pesar de haber sido solo cuatro días, os puede asegurar que esa puerta roja es mágica y que en su interior se guardan recuerdos y sentimientos maravillosos que se pueden palpar en las paredes desde el primer día que entras.
Como datos concretos, diré que fuimos 44 participantes venidos de Gijón, Madrid, Logroño, Tudela y Zaragoza, y que estuvimos desde el jueves 28 hasta el domingo 31 de marzo.
Laura Claro Romero
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