Y sin embargo, quitando algunos momentos marcados de la vida que nos piden romper con algunas cosas, la mayor parte de nuestra biografía se desarrolla en la vida ordinaria. Y es precisamente en ella donde van tomando forma y van aquilatándose las cosas más importantes de nuestra existencia: las relaciones que marcan, las opciones que hemos tomado, nuestras verdaderas potencialidades y limitaciones… La realidad que nos toca vivir, con todas sus ambivalencias, es más rica que nuestros ideales, nuestros sueños, nuestros deseos de perfección.
Es en la vida ordinaria donde nos jugamos en verdad lo que somos y queremos ser. Es en ella donde nos vamos gastando y vamos dejando lo que somos. Por ello, es en la vida ordinaria donde somos en verdad lo que somos, y vamos siendo de verdad. Esa mirada es imprescindible para vivir en verdad nuestra condición. Y Dios nos quiere ahí, precisamente. Es una de las mayores lecciones vitales que requiere tiempo y humildad.
Podemos vivirla como rutina que seca el corazón, o como rutina que ahonda la interioridad, que hace el amor más profundo y una fe más verdadera, aunque más oculta.
Carta de Asís, abril 2024
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