Pero quizá el texto no va por ahí. Habla de tener fe siquiera como un grano de mostaza, un poco de fe nueva, la fe de Jesús. Y es posible que se responda: imposible, estamos bajo leyes, costumbres y rutinas que no queremos ni podemos abandonar.
Y ahí llega este texto lleno de retranca e ironía. Mirad lo que hace la ley con vosotros: os explota, os esclaviza y os humilla, os mantiene en la opresión y encierra vuestra dignidad en una cárcel hasta llegar cambiar vuestro yo libre por un yo esclavo. Liberaos de la ley, viene a decir el texto. Es posible construir una fe libre.
El Papa León en su primera homilía se lamentaba de la pérdida de fe que arrastra consigo la pérdida de valores, de la dignidad y de la solidaridad. Esto es cierto siempre que esa fe sea nueva y liberadora. Si no lo es, verse libre de una fe rutinaria y empobrecida sería una liberación. La fe es como la vida: ha de ser nueva cada día, libre de cualquier yugo que la oprima. Con Jesús, se puede.
Fidel Aizpurúa, capuchino
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