domingo, 10 de mayo de 2015

EL AMOR FUE PRIMERO

Y es que en esta historia del Amor no vale perder el tiempo en pensar qué fue primero, “si el huevo o la gallina”. El Amor fue y punto. Y de ahí surgió todo. Un todo que en su comienzo no tenía ningún interés de manifestarse en distintas formas separadoras, sino en todo caso en distintas formas que entre todas dieran lugar a UNO. “Yo y el Padre somos uno”. Jesús lo tenía clarisimo, ahora tenemos forma como de dos, por contar al Padre como forma, cuestión ridícula, por cierto, pero sólo será esto mientras que me tenga desarrollar en las coordenadas espacio-tiempo, algo que pasa “volando”.
   Y nos cuenta esto Jesús para… ¿Que hagamos un doctorado, o quizá un montón de documentos, o nos demos la vara colocándonos cada uno en un lado como si se tratara de un casillero? Jesús nos cuenta esto para que nuestra alegría sea grande, llegue incluso a plenitud. Pero es muy difícil que nos enteremos.
   Para mí, que el Padre y yo seamos uno, esa parte de mí que ya lo sabe todo de mí, que no depende de nada porque ES, es lo que me da la mayor tranquilidad, porque ya no hay búsqueda fuera, solo dentro, es decir, todo está en mí. Y se resolverá hacia fuera con multitud de formas según las circunstancias o los momentos que se están viviendo, pero en lo esencial ya SOY. ¿Las posibilidades de ser feliz? Todas, porque eso no es un sentimiento transitorio, es un estado de vida. En sí mismo no está basado en nada externo pero como hemos aprendido a plasmarla en determinados condicionantes nos hemos perdido. La perla de nuestra vida, que es esa unicidad con Dios, la hemos ido recubriendo de capas y capas de todo lo innecesario que creíamos que era lo que nos hacía felices y ahora cuesta trabajo rascar. Pero merece la pena, por una alegría que permanece. La que llamó Francisco de Asís, “la perfecta alegría”.

CLARA LÓPEZ RUBIO

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