lunes, 18 de mayo de 2015

ASCENDER Y SANAR

Contar a los demás cómo nos va la vida y como conseguir el elixir de la felicidad creo que es de las cosas más antiguas que acompañan al hombre. Proponer no es convencer ni mucho menos coartar libertades. Es acompañar y generalmente es lo que más nos cuesta. Quisiéramos ahorrarles hasta a nuestros amigos cualquier experiencia en la que intuyamos algo de dolor, con lo que de esa misma forma lo que les negamos directamente es crecimiento.
   Sin embargo, cuando comprendemos el tesoro que cada uno llevamos dentro y las posibilidades de equivocarnos que todos tenemos, el acompañamiento se transforma, se hace desde lo mas profundo y desde ahí se conecta con el otro en su dimensión más profunda, observando la Presencia de Dios en el otro tanto como en ti.
   Esto tuvo que tenerlo Jesús tan claro que los milagros que de Él se cuentan se tuvieron que tornar en lo más cotidiano. Cuando el ser humano lo que busca es comprensión, cariño, ternura y conexión, una mirada, un abrazo, una mano que agarra son instrumentos de sanación segura. Lo que los orientales llaman energía y nosotros Espíritu se transmite con facilidad y fuerza cuando se conecta y se expresa y desde ahí se pueden expulsar hasta los “demonios” mas arraigados.
   Esto, que es algo que todos podemos desarrollar porque el Espíritu habita en nosotros se ha encriptado y forma parte de un lenguaje bíblico que no vemos posible en nosotros. Se hace urgente “ascender” a nuestro cielo, a esa parte más interna en la que se encuentra lo más esencial y que es fuente de cualquier milagro para nosotros mismos o para los demás.
   La Ascensión de Jesús supone todo un reto personal al que todos estamos llamados, la máxima libertad que tendrá lugar cuando conectemos con todo aquello que forma parte de nosotros sin necesidad de juzgar nada.
CLARA LÓPEZ RUBIO

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