viernes, 8 de mayo de 2015

LA INSOPORTABLE LEVEDAD DEL AGOBIO

Me atrevería a rebautizar a la persona contemporánea como un "homo agobiens". El agobio ha ido adquiriendo tal naturaleza y presencia que está conformándose como un verdadero rasgo de carácter e incluso de personalidad.
   Desde hace tiempo vengo sosteniendo que el agobio no existe, no es ninguna cosa sustantiva con realidad objetiva; lo que no quiere decir que no podamos sentirlo y vivirlo como si realmente fuese de verdad.
   El agobio no es ninguna cosa que existe independientemente de mí sino que es la concreción anímica, el modo temperamental y la actitud con la que acojo y vivo todo cuanto me sucede o he de hacer. Por eso el agobio nunca podrá aislarse y estudiarse al margen del ser humano, de una persona concreta y particular.
   Sólo el ser humano ha desarrollado ese instinto del agobio. ¿Por qué me agobio? ¿Cómo me siento y siento, cómo me vivo y vivo cuando me agobio?
   Voy constatando que me agobio cuando el "deber'', cuando lo que estoy obligado a hacer no coincide con mi inclinación más profunda; cuando mantengo mis aspiraciones a director general de Universo sabiéndome imprescindible en todos sitios y creyendo que no puedo descansar ni siquiera un minuto porque el mundo todo se desplomaría como consecuencia de mi inactividad o descanso.
   El agobio es la manifestación corporal de una crispación mental producida por el deseo de estar haciendo "otra cosa" que justamente aquello que se está haciendo o viviendo en el momento presente.
   Uno puede agobiarse por sobreactuación, por acumulación, por un exceso de peso de aquella carga que la vida nos exige llevar en un momento dado. Pero no podemos hacer desaparecer el agobio a base de esfuerzo: no sería sino una tarea más, una obligación más, un kilo de más...; el agobio se disipa, como la niebla en la mañana, con un sencillo acto de visión (ver su inconsistencia y su carácter ilusorio e irreal) y de entrega (abandonarse por entero a la vivencia sencilla y simple de cada momento presente).

José María Toro

Tomado de "La vida maestra. El cotidiano como proceso de realización personal", Desclée de Brouwer, Serendipity Maior nº 14, Bilbao, 2001, página 56.

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