domingo, 14 de abril de 2019

EL LENGUAJE DE LA PASIÓN EN LA NATURALEZA

Un buen ejercicio de desierto en esta Semana Santa puede ser leer en el gran libro de la naturaleza la realidad de la Pasión y Resurrección de Jesús. Las criaturas, por más que a nosotros nos parezcan mudas, hablan a su manera. Sería bueno que te sentares en el campo, a la sombra de un árbol y miraras despacio, lentamente, dejando que corra el tiempo, ese gran libro de la naturaleza que tienes delante.
  • Las piedras: Mira las piedras y recuerda a Jesús que fue condenado en un patio de la casa del gobernador Pilato que llaman “el empedrado”. Aquellas piedras escucharon una sentencia injusta. Únete al silencio de las piedras que dicen: fue algo injusto porque se condenaba a una persona buena.
  • El agua: Quizá esté cerca un arroyo. Escucha el lenguaje humilde del agua. Recuerda a aquel que dijo en la cruz: tengo sed. Siente en tu boca y en tu corazón la sed de Jesús. Es sed de agua y sed de amor. Quizá la segunda puedas saciarla tú.
  • Los senderos: Tendrás delante pequeños senderos que van y vienen por la montaña. Que te lleven a aquel Jesús de tantos caminos. Que termines en el camino de Jerusalén, el camino del final, que los discípulos andaban con temor y Jesús con una decisión que nos deja anonadados.
  • Las nubes: Tal vez el día esté nublado o se vean algunas nubecillas en el horizonte. Que te conecten con las “nubes” oscuras y negras que cayeron sobre el corazón de los que seguían a Jesús hasta llegar a abandonarlo en el peor trance de su vida. El mismo Jesús, con su cercanía de resucitado, las disiparía más tarde.
  • El viento: Quizá escuches el viento. Trata de sentirlo en el interior. Recuerda al que dijo que nacer de nuevo era escuchar el viento nuevo del amor. Mira a Jesús envuelto en ese viento cuando va a morir, aunque él no lo sienta.
  • El árbol: Te puede recordar ese árbol que tienes cerca, su tronco abrupto, aquel otro árbol, el madero de la cruz que Jesús tuvo que llevar él mismo al Calvario y en el que fue ajusticiado. Conmuévete con solo recordarlo, siente el amor que cuelga de ese tronco.
  • Los montes: Quizá en lontananza se perfilan algunos montes. Recuerda el monte Calvario y a quien fue asesinado en un monte fuera de la ciudad. Sube a ese monte y venera con el corazón a quien te mira.
  • Las flores: Puede que ahí donde estas o cerca haya un espino florecido con sus florecillas blancas o cualquier otra flor humilde y callada al borde del camino. Acuérdate de Jesús resucitado, flor renacida desde la más profunda de las oscuridades, perfume callado que aún sentimos quienes le amamos.

Para pensar, rezar o dialogar:
  1. ¿Con qué creatura de las mencionadas te quedas?
  2. ¿Piensas que la naturaleza puede ser lenguaje de amor?
  3. ¿Sientes a Jesús vivo y cercano?

No hay comentarios:

Publicar un comentario