viernes, 19 de abril de 2019

VIERNES SANTO: DÍA DEL AMOR LOCO

Un diario daba hace no mucho la extraña noticia de una muchacha inglesa que, habiendo perdido el tren para ir a ver a su novio, no se le ocurrió mejor cosa que coger una locomotora que esta parada en la estación y largarse con ella. Cuando la policía la detuvo, uno de los agentes le espetó: “Pero ¿tú estás loca?”. Y dice la nota que ella le respondió: “Y usted, ¿no ha hecho nunca locuras por amor?”

No vamos a justificar el disparate que es lanzarse por la vía con un tren robado. Eso no tiene ni pies ni cabeza. Pero la respuesta de la chica es interesante: ¿No has hecho nunca locuras por amor? ¿No las vas a hacer nunca? Pues quizá a tu amor le falta esa pizca de locura que lo hace único.

Es que, cuando nos preguntamos ¿qué hay detrás de la celebración del Viernes Santo, del recuerdo explícito de la pasión del Señor, de la veneración de su cruz pobre? Lo que hay es justamente eso: un amor loco. Un amor de uno que ha sufrido locura por nosotros y por eso no le ha importado llegar hasta el límite de ese amor, hasta el abandono total por quien se ama.

Por eso el día de Viernes Santo bien podría ser llamado “Día del amor loco”, día de todos aquellos locos que aman a fondo perdido, con entregas totales, sin reparar en las consecuencias de su amor. ¿Le vamos a quitar al Evangelio esta pizca de locura? Y si le quitas al Evangelio, la locura, la desmesura, la aventura, el riesgo, ¿qué le queda?

La tradición religiosa posterior ha atribuido a san Francisco una frase que, sin ser suya, bien podría haberla dicho. Cuenta esa tradición que san Francisco iba por los caminos gritando “el Amor no es amado, el Amor no es amado”. Le dolía tanto que no se entendiera la vida de Jesús como una ofrenda de amor total que eso le sacaba de quicio y le hacía sufrir.

En la celebración de hoy veneraremos la cruz del Señor como signo último de su total entrega. Quizá habría que rodear esa cruz, áspera, con flores hermosas para indicar que, más allá de la aspereza, lo que hay detrás es el amor a prueba de cualquier decepción de un Jesús que nos ha acogido en nuestra más profunda realidad. Algo de esto es lo que hay si le das la vuelta al Viernes Santo.

A nada que salgas al campo encontrarás los espinos florecidos. Sus florecillas blancas son símbolo de la cruz florecida. Por eso estamos seguros, cuando nos preguntamos qué hay detrás, en el fondo, de la celebración del Viernes Santo, la respuesta es clara: el amor loco de Jesús por nosotros, tan loco como esas florecillas que brotan de la aspereza del espino, de la dureza de nuestro corazón.

Para pensar, rezar o compartir:
  1. ¿Te parece hermosa la espiritualidad del “amor loco”?
  2. ¿Crees que habría que rodear la cruz áspera de Jesús con flores hermosas?
  3. ¿Puedes contar alguna locura que hayas hecho por amor?

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