Pero como escribe Álvaro Pombo en su Vida de San Francisco de Asís, este sí “se arriesgó aceptando la insólita subreabundancia que encierra la idea de un Dios hecho hombre”. Algunos hombres y mujeres sí han descubierto la anchura ilimitada, la inmensa altura y la profundidad abismal del Dios de Jesús. Como dicen los primeros hermanos de Francisco, en la pluma de este escritor santanderino: “¡Pero eso insólito era lo originante, lo que provocó un día la extrañeza y el entusiasmo en nosotros, (…) había conducido nuestras conciencias al asombro asombroso, al prodigio prodigioso de la encarnación de Dios, a nuestro Señor Jesucristo!”
¿Cómo conectar con el exceso de Dios, con la riqueza infinita de su encarnación, con su amor desbordante? ¿Cómo cultivar el asombro, la contemplación pasmada, la extrañeza ante lo creado, la gratitud vital, la alabanza del corazón? ¿Cómo desacostumbrarnos de Dios, cómo dejar espacio para lo que no podemos entender? ¿Cómo hablar sobre Dios sin desactivar su misterio, cómo decir de Él sin racionalizarlo todo y desinflar la belleza de la gracia? ¿Cómo vivir estas Navidades abiertos a la subreabundancia inagotable de Dios y de su encarnación?
Javi Morala, capuchino
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