sábado, 20 de febrero de 2021

ECOEVANGELIO: LA TENTACIÓN DE OFENDER A LA CREACIÓN

Al cristianismo se le ha acusado de ser una religión antropocéntrica, según una errada interpretación del relato del Génesis que invita a dominar la tierra (cf. Gn 1, 28). Los críticos ven, en dicho versículo, una clara justificación para destruir salvajemente la naturaleza. El Papa Francisco, reconociendo que si bien, los cristianos en algunos momentos han hecho una incorrecta interpretación de este pasaje bíblico, hoy señala rechazar con fuerza toda interpretación que justifique y motive el dominio absoluto del ser humano sobre las demás criaturas (cf. LS 67).

El Evangelio de este domingo primero de Cuaresma es un ejemplo claro de que a lo largo de la Biblia no solo encontramos profundas motivaciones para custodiar la creación, sino razones que fundamentan nuestra obligación dentro de ella, como parte de nuestra fe cristiana (cf. LS 64). Efectivamente, se trata del escueto versículo con el que el evangelista Marcos señala que Jesús fue conducido al desierto y ahí convivía con las fieras salvajes y los ángeles le servían (cf. Mc 1,13). Claramente la imagen del desierto es antagónica a la del Jardín del Edén, sin embargo, en este lugar inhóspito se da la reconciliación y la salvación. Las fieras salvajes conviven pacíficamente con Jesús, como el hombre lo hacía en el principio de la creación, antes de la ruptura con Dios por el pecado. Marcos corrobora en Jesús lo que Isaías anunció de los tiempos mesiánicos, en el antiguo testamento: «habitará el lobo con el cordero, la pantera se tumbará con el cabrito…» (Is 11,6). El evangelista muestra en Jesús al Mesías que reconcilia y trae la paz a toda la creación. El papa Benedicto XVI, refiriéndose a este versículo, dice: "Donde el pecado es vencido, donde se restablece la armonía del hombre con Dios, se produce la reconciliación de la creación".

Desde esta contextualización bíblica, el EcoEvangelio de esta semana nos invita a introducirnos al desierto de la cuaresma y a ejemplo de Jesús rechazar toda tentación que nos confronte con la creación. Estos cuarenta días pueden ser propicios para "examinar nuestras vidas y reconocer de qué modo ofendemos a la Creación de Dios con nuestras acciones y nuestra incapacidad de actuar" (LS 218). 

Hna. Gladys de la Cruz HCJC

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