El Evangelio de este domingo, segundo de Cuaresma, se desarrolla en una montaña. Recordemos que el anterior tuvo lugar en el desierto. Marcos nos cuenta que Jesús sube a la montaña con Pedro, Santiago y Juan, y ahí se transfigura (cf. Mc 9,2). El evangelista da cuenta de esta experiencia haciendo notar que las vestiduras de Jesús se volvieron blancas y deslumbraban (cf. Mc 9,3). El Papa emérito, Benedicto XVI, en su comentario de la Transfiguración dice que este «es un acontecimiento de oración; se ve claramente lo que sucede en la conversación de Jesús con el Padre: la íntima compenetración de su ser con Dios, que se convierte en luz pura», por eso, se hace notar que las vestiduras deslumbran.
El mensaje de este domingo es una clara invitación a retomar nuestra experiencia de oración; ésta ha de volver al centro de nuestra cotidianidad tan ajetreada, con pocos espacios para respirar a Dios, y volver a sentir su amor presente e incondicional. El EcoEvangelio, de este domingo, se plantea en esta línea, resalta la subida a la montaña, porque los cristianos "no escapamos del mundo, ni negamos la naturaleza cuando queremos encontrarnos con Dios" (LS 235). Jesús nos ha elegido también a nosotros para subir a la montaña junto a Él, para liberarnos del peso de la vida cotidiana y respirar el aire puro de la Creación. Esta subida nos dará altura interior y nos permitirá intuir al Creador.
Hna. Gladys de la Cruz HCJC
¡¡Espectacular!!!
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