jueves, 25 de febrero de 2021

TRÁTAME CON CORTESÍA

No vivimos tiempos en los cuales se valore la cortesía en las relaciones. Hoy prima la efectividad, el modo de hablar directo, sin florituras. Solemos tender a un trato donde se vaya al grano. Así, no nos perdemos en las formas ni perdemos tanta energía en el envoltorio y nos centramos más en el contenido. Seguramente estamos bajo la influencia del modo de vida productivo que aspira conseguir el máximo resultado con el mínimo esfuerzo. Poco a poco este modo de relación se ha extendido a otros ámbitos de las relaciones humanas.

Y sin embargo, hay terrenos humanos donde no cabe este tipo de relación que busca la efectividad, sino que más bien se requiere gratuidad, generosidad. Por ejemplo, en las relaciones fraternas, familiares, de amistad, no se atiende tanto al beneficio sino al trato mismo, a la relación por la relación. En estos territorios humanos los modos, las formas, el envoltorio sí ayuda a llegar y a trabajar los fondos.

Qué importante es tratar a las personas con cortesía, porque una caridad sin cortesía es una aspereza. Que en las relaciones fraternas no se dé un cierto cuidado, una mínima delicadeza y amabilidad es señal de que hay una torpeza para relacionarse, o quizá sea un acto de superioridad y menosprecio hacia el hermano, la hermana. Porque la cortesía no son florituras sino uno de los medios adecuados para trabajar el amor y el aprecio.

La cortesía, que no la relación barroca y empalagosa, es como el lubrificante que facilita las relaciones humanas y hace que las diferencias sean mejor asumidas para una mayor integración en el ámbito fraterno. Más incluso; hasta los asuntos quizá vidriosos puedan ser abordados con mayor naturalidad. Hermano, hermana, tratémonos con cortesía.

Carta de Asís, febrero 2021

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