domingo, 9 de abril de 2023

DOMINGO DE PASCUA: SPYWARE

Para ver a Jesús resucitado hay que espiarle, hay que entreverle en gestos sencillos, hay que intuirle a través de acciones cotidianas. Espía de Jesús, ése es el que puede hacerse una idea de la resurrección de Jesús. Para ello hay que nombrarlo, olfatearlo, mirarlo con brillo en los ojos, atisbarlo. La resurrección es más cuestión de amor que de fe.

Así les pasó a sus primeros amigos. En el evangelio de la Vigilia de anoche, se les dice claramente: “Va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis”. Espiadle en Galilea, en los caminos sencillos de su pueblo, en la gente con la que vivió, en los enfermos que curó, en las lágrimas de las que fue confidente. Espiadlo allí.

Espíalo tú también en tus caminos cotidianos: de camino a tus estudios, con los amigos con los que convives, en las sendas de tu vida familiar, en las vidas de los compañeros de trabajo. Espíalo en la belleza de la naturaleza, en el descanso de la fiesta, en el esfuerzo del deporte, en la dureza del trabajo. Espíalo en los rostros de quienes amas y en los de quienes te cuesta mirar, espíalo en las manos que te cuidan y en las que te hieren, espíalo incluso en esas sendas extraviadas por las que, a veces, te vas.

Francisco de Asís se pasó la vida espiando a Jesús hasta hacerse uno con él. ¡Qué bien lo dicen sus primeros hermanos! Uno de los que convivieron con él dice que, con toda naturalidad, hablaba siempre de Jesús: “Jesús en el corazón, Jesús en los labios, Jesús en los oídos, Jesús en los ojos, Jesús en las manos, Jesús siempre presente en todos sus miembros”. Espía de Jesús, ése ha sido siempre Francisco de Asís.

No creas que para espiar a Jesús hay que ser un tío/a raro, un enajenado. Quizá haya que ser un “colgado” de Jesús uno, que lo ha bajado al fondo del corazón, uno que ya no quiere despegarse de él. Es posible enamorarse hoy de aquel Nazareno que vivió con nosotros hace muchos años. Y no solamente porque su recuerdo sigue vivo, sino porque muchos lo sienten como alguien que está vivo hoy. Bien lo dice Cristina Fallarás (que no es precisamente una persona religiosa): «El Nazareno está vivo. Está vivo, no importa cómo ni dónde. Está vivo porque su palabra permanece y permanecerá en el alma de aquellos que vieron su vida transformada al escucharle».

Para la reflexión personal:
  1. ¿Cómo podrías espiar a Jesús?
  2. ¿Qué puede significar estar “colgado” por Jesús? ¿Se puede estar así?
  3. Repasa los caminos cotidianos que aparecen en el texto: “de camino a tus estudios, con los amigos con los que convives, en las sendas de tu vida familiar, en las vidas de los compañeros de trabajo. Espíalo en la belleza de la naturaleza, en el descanso de la fiesta, en el esfuerzo del deporte, en la dureza del trabajo”. ¿Hay algo en esos momentos de lo que vivió Jesús?
  4. ¿En qué caminos tuyos percibes que hay algo de lo que Jesús vivió, que hay algo del Resucitado?

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