jueves, 6 de abril de 2023

JUEVES SANTO: STORYTELLING

Los antiguos cristianos se contaban entre ellos historias guardadas sobre Jesús. No querían que su recuerdo desapareciera, sino que estuviera bien vivo. Por eso, repetían historias queridas sobre él. Una de ellas, que ya la sabes, la vas a escuchar esta tarde de Jueves Santo: aquella en que Jesús lavó los pies a sus discípulos para que entendieran algo muy simple, que se es seguidor suyo cuando se lava pies, cuando se sirve. Y si no sirves, serás otra cosa, pero no de su grupo.

Como te digo, hoy te van a contar de nuevo esa historia: lo hacen para conmoverte, para tocarte por dentro, para provocar gozo y agradecimiento. Si te deja frío, es que no has escuchado bien la historia. Los cristianos de la primera hora la contaban con lágrimas en los ojos, como recuerda san Pablo. Si no te toca por dentro es que aún no has llegado.

La historia del lavatorio de pies habría de provocar algo muy simple: la certeza de que se puede estar contento sirviendo, la seguridad de que cuando sirves es cuando eres más humano, la alegría de hacer algo que tenías que hacer para ser tú mismo. Mientras quieras que todo el mundo te sirva y tú no aportes nada a la convivencia, estás todavía lejos de conectar con aquella historia viva.

Si estás atento a la historia verás que hay un pequeño diálogo entre Pedro y Jesús donde se viene a decir algo simple: que si uno no sirve, Jesús va por un camino y tú por otro. Que el camino de Jesús y el tuyo solamente pueden coincidir en el servicio a la persona. O sea: que servir es la única manera de ser seguidor de Jesús.

San Francisco entendió muy bien esta historia. Un día, poco antes de su muerte, reunió a sus hermanos y él, que no era sacerdote y que les tenía mucho respeto, organizó una especie de cena del Señor: partió un pan y se lo dio a sus hermanos diciéndoles que aquel era el pan de la fraternidad y que, sin ella, su vida de hermanos no tenía sentido. Es otra manera de contar la historia pero con la misma finalidad.

Cuando esta tarde te cuenten la historia, escúchala con las antenas levantadas, métela bien dentro en tu interior, guárdala como un tesoro y, sobre todo, dale vida cada jornada. Ponte a ser servidor con tu familia, con tus amigos, con tu grupo, con tu país incluso. Mientras haya quien sirva, esta historia vivirá.

Para la reflexión personal:
  1. ¿Cómo contarías tú esta historia del lavatorio de los pies?
  2. ¿Alguna vez te has sentido contento al hacer algo por alguien?
  3. Muchas veces creemos que lo más verdadero es estar centrado en mí mismo, estar pensando solo en mí. Y aquí me dicen que lo más auténticamente humano es servir a los demás. ¿Cómo entiendes estas dos realidades?
  4. ¿Sirves o te sirven?
  5. Piensa en personas que hagan el bien a los demás, ¿qué piensas de lo que hacen, las tienes bien o mal consideradas? Habla de alguien que, para ti, sea un servidor/a .

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