Pero ahora viene un santo padre de la Iglesia antigua, un autor muy importante llamado Eusebio de Cesarea y nos da otra perspectiva. Dice que en la antigua obra llamada Evangelio de los nazarenos se decía que a quien había que imitar es a quien enterró el talento. ¿Por qué?
Porque quien lo recibió, cuando se marchó el amo explotador, prendió en él una luz, una idea. Se dijo: ¿para quién trabajo yo? Para un explotador. Se acabó, se le devuelve lo suyo sin siquiera los intereses. Se rompe con el sistema explotador.
Puede ser una perspectiva interesante: hay que desarrollar los dones que Dios nos ha dado. Pero no haciendo el juego al sistema, de manera distinta, evangélica. ¿Cómo podremos hoy romper con el sistema?
- Con el consumo razonable: porque para muchos consumir es su religión (decimos que los supermercados son los nuevos templos). Necesitamos consumir. Pero es preciso hacerlo críticamente, en modos alternativos, razonables, solidarios.
- Apoyando la vida en valores que no sean el dinero: valores como la amistad, la buena relación, el disfrute común y sencillo. Acumulando experiencias amables de vida más que números en la libreta del banco.
- Reconciliando, no dividiendo: haciendo todo lo posible por generar buenas relaciones, deponiendo actitudes ofensivas, valorando los esfuerzos de quien construye la paz.
Las revistas publican la lista de las personas más ricas del país y quizá las admiramos. Hay que preguntarse cómo están amasadas esas fortunas. Y solamente puedes hacer esa clase de preguntas, si tú mismo te ves libre del ansia de tener, si te alejas cada vez más de quien quiere tener y no ser.
Romper con el sistema es un lograr un modo de vida sencillo y un corazón lleno de valores humanizadores. Sencillez y humanidad, esos son los valores de quien entierra el talento para hacerlo producir de otro modo.
Fidel Aizpurúa, capuchino
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